No te olvides de Él, dispersándote en banalidades, para que tampoco Él te olvide cuando tengas que afrontar tus luchas.
Acuérdate de Dios, para que Él se acuerde siempre de ti. Así, acordándote de Él y recibiendo Su amparo, recibirás también de Él toda la felicidad.
No te olvides de Él, dispersándote en banalidades, para que tampoco Él te olvide cuando tengas que afrontar tus luchas. Cuando todo te vaya bien, tu sigue obedeciéndole, para que al llegar las aflicciones puedas hablarle con confianza, en una oración permanente nacida desde tu corazón.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.