Atributos de la naturaleza divina
La catequesis sexta de san Cirilo trata sobre la unidad de Dios, uno y Trino.
Dado el ambiente y la mentalidad politeísta del paganismo de la época, una de las primeras afirmaciones de la fe cristiana es la unidad de Dios, a la que se dedica esta catequesis.
No puede haber dos Dioses o seres supremos porque, o serían enteramente iguales y ya no serían dos, o serían distintos y, para distinguirse, el uno tendría que carecer de las perfecciones del otro, con lo que ya no sería ser supremo, no sería Dios.
Sin embargo, la fe verdadera no se queda en la unidad de Dios, como ocurre en los judíos y el islam, sino que completa la afirmación de la monarquía divina con el misterio de la Trinidad, el Dios uno y trino.
Dios es espíritu trascendente, al que sólo podemos llegar por analogía mediante el conocimiento de las cosas creadas, que nos sirven de pedestal para ascender al Creador.
En esta catequesis, san Cirilo, proclama la infinita perfección de Dios, de la que el hombre únicamente puede alcanzar balbuceos. Una buena teología habrá de provocar sentimientos de humildad, alabanza y adoración, al reconocer la grandeza única de Dios, al tiempo que agradecemos todo cuanto somos porque lo hemos recibido de Él.
El conocimiento comprehensivo de la esencia divina es propio y exclusivo de Dios Padre, de Dios Hijo y de Dios Espíritu Santo.
La misma revelación divina se sirve de ese lenguaje, que encierra conocimiento verdadero, aunque imperfecto y escaso. Por tanto, accedemos a Dios, no desde el univocismo, susceptible de una y sólo una interpretación correcta, y tampoco desde el equivocismo, en la que la interpretación es libre y cada lector puede tener una interpretación diferente, sino desde la analogía, la semejanza entre cosas distintas, sea de proporción o semejanza, sea de atribución.