El valor de la fe
Comenzamos la catequesis quinta de san Cirilo en la que va a explicar a detalle que es la virtud de la fe y al final se expresa el Símbolo de la fe que se profesaba en aquella época en la Iglesia Jerusalén, hay que tener en cuenta que todavía no es el Credo Niceno-Constantinopolitano tal como lo conocemos nosotros que se define en el Concilio de Constantinopla en el año 381.
Para su reflexión se basa en “La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve. Por ella son recordados los antiguos.” (Hebreos 11, 1-2).
El hombre, sin tener en cuenta la religión, está constantemente haciendo actos de fe en su vida. Si tu vas al médico, no le pides que te muestre antes de empezar la consulta todos sus títulos homologados por el Estado, ni le pides que te dé un currículum con los años que lleva ejerciendo esa especialidad de la medicina, simplemente haces un acto de fe y confías que de verdad es médico y que sabe lo que hace. O tampoco pides que analicen la comida de un restaurante antes de comértela por si estuviese contaminada, haces un acto de fe en que el cocinero es responsable y no va a utilizar alimentos en mal estado.
Si somos capaces de hacer estos actos de fe en los hombres, que se pueden equivocar, que nos pueden engañar, ¿por qué nos cuesta tanto creer en Dios que es infinitamente sabio y bueno y no puede engañarnos? (Dei Filius 3)
La fe cristiana no es una fe igual que la humana, si fuese así, sería simplemente aceptar una serie de verdades de fe que nos ha dado una autoridad sobrehumana que no está al alcance de nuestra razón y que no pueden verificarse. Esto sólo no es la fe cristiana. Para que sea fe cristiana debe complementarse con la relación, con el encuentro personal con Dios.
Cuando un cristiano dice “Yo creo”, está diciendo “yo creo en Ti, confío en Ti, en lo que Tú me dices”, esto es la puerta de entrada al conocimiento de Dios, estableciendo un vínculo, una Alianza.
Sólo se conoce la profundidad de Dios en la medida en la que se cree en Él.