Introducción a los libros poéticos y sapienciales (2 de 3)
El libro de los Salmos
Este libro recoge 150 piezas poéticas entre las que hay oraciones de alabanza, oraciones de súplica, imprecaciones contra los enemigos, meditaciones sobre la ley divina, etc. Es el único libro de la Biblia de este género.
Al dirigirse a Dios desde su situación vital, los autores de los poemas contemplan las acciones divinas en la naturaleza, en la historia del pueblo y en la vida particular de cada persona.
La mayor parte de las composiciones poéticas contenidas en el libro de los Salmos son oraciones dirigidas a Dios, pero también se encuentran proclamaciones de las obras del Señor, descripciones de la situación del hombre sufriente, imprecaciones contra los enemigos, loas dirigidas al rey o a la ciudad de Jerusalén, y exhortaciones para llevar una vida feliz.
Con frecuencia los temas se entremezclan en una misma composición, que recoge de este modo sentimientos diversos, siempre en referencia al actuar divino en la creación, en la historia y en la vida del hombre. Los salmos son la respuesta del hombre, inspirada por Dios, ante las obras del Señor narradas en los libros del Pentateuco y ante la Ley contenida en ellos.
Muchos de los salmos traen una presentación, a modo de título, indicando el carácter del poema, el autor, la circunstancia en que fue compuesto, el instrumento musical o la melodía con los que se cantaba, e incluso, a veces, la fiesta litúrgica en la que se utilizaba.
El autor que aparece citado con más frecuencia es David y las circunstancias mencionadas se relacionan generalmente con episodios de la vida del rey David. David fue considerado genéricamente en la tradición judía y cristiana como autor de los Salmos, ya que es el personaje bíblico al que se le atribuyen más composiciones, y goza en la tradición de Israel de fama de buen músico y poeta. Es probable que el mismo rey David, o Salomón, compusiesen alguna pieza poética que ahora forme parte de algún salmo, pero es imposible determinarlo.
Los salmos se suelen clasificar según su género que ayudan a comprender mejor tanto el arte como el contenido de la composición. Hay que tener en cuenta que con frecuencia en un mismo salmo se entremezclan distintos géneros:
- Salmos de Suplica: surgen ante la amenaza de una desgracia o en medio de la tribulación, que a veces es presentada ante Dios con tono de lamentación, aunque siempre con un fondo de esperanza. La súplica puede ser individual o comunitaria.
- Salmos de acción de gracias: acción de gracias a Dios por el beneficio recibido, danto testimonio ante los presentes de los favores recibidos del Señor. También los hay de acción de gracias comunitaria o nacional que recuerdan acciones salvadoras de Dios en beneficio de todo el pueblo.
- Himnos o salmos de alabanza: se proclaman la grandeza y la bondad divinas, y en las que se alaba al Señor
Himnos dirigidos al Dios creador y salvador. A Dios se le puede alabar por muchos motivos: por su poder y por sus grandes obras manifestadas en la naturaleza y en la historia, por el auxilio concedido en una circunstancia concreta, como una victoria frente a los enemigos o por haber enviado la lluvia en tiempo de sequía, etc. - Salmos sapienciales: ensalzan la importancia de vivir según su Ley, y de alabar al Señor con las obras. Aunque estos salmos no tienen los elementos formales propios de los himnos, algunas composiciones pueden considerarse cercanas a éstos porque proclaman la excelencia de la Ley divina y los beneficios que reporta seguirla.
El libro de los Salmos es el más citado en el Nuevo Testamento, sin duda porque los primeros cristianos lo conocían bien y porque veían en él profecías que se habían cumplido en Jesucristo. El uso de los salmos en el Nuevo Testamento orienta la lectura del libro por parte del cristiano y de la Iglesia. Según los evangelios Jesús apeló a algunos salmos en momentos especiales de su vida:
- Para justificar las alabanzas que le tributaron los niños al entrar en Jerusalén: “y le dijeron: «¿Oyes lo que dicen estos?». Y Jesús les respondió: «Sí; ¿no habéis leído nunca: “De la boca de los pequeñuelos y de los niños de pecho sacaré una alabanza”?» (Sal 8,3)” (Mt 21,16).
- Para dirigirse a Dios desde la cruz: “A la hora nona, Jesús gritó con voz potente: Elí, Elí, lemá sabaqtaní (es decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?») (Sal 22,8)” ( Mt 27,46), y “Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». Y, dicho esto, expiró. (Sal 31,6)” (Lc 23,46).
Para explicar el odio que le tuvieron las autoridades judías: “para que se cumpla la palabra escrita en su ley: «Me han odiado sin motivo». (Sal 35,19)” (Jn 15,25). - Para ratificar sus enseñanzas: “Pero yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey (Sal 48,3)” (Mt 5,34-35) o “Jesús les replicó: «¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: Sois dioses”? (Sal 82,6)” (Jn 10,34).
- Para mostrar el carácter trascendente del Mesías, superior a David: “Él les dijo: «¿Cómo entonces David, movido por el Espíritu, lo llama Señor diciendo: “Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha y haré de tus enemigos estrado de tus pies”? (Sal 110,1)” (Mt 22,43-44).
- Como clave para comprender su muerte: “Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en la Escritura: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”? (Sal 118,22-23)” (Mt 21,42) y “Os digo que a partir de ahora no me veréis hasta que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!» (Sal 118,26)” (Mt 23,39).
En todas estas ocasiones Jesús pone los salmos en relación con su Persona y con su enseñanza. También los rezó junto con sus discípulos en la última Cena “Después de cantar el himno salieron para el monte de los Olivos” (Mt 26,30) y se refirió expresamente a ellos, lo mismo que a la Ley y los Profetas, afirmando que hablaban de Él “Y les dijo: «Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».” (Lc 24,44). De esta forma les daba un significado nuevo, trascendiendo el sentido que ya tenían pero en continuidad con él.