Introducción a los profetas (6 de 9)


LOS PROFETAS DEL SIGLO VI a. C.

La primera deportación hemos dicho que fue en el 597 a. C., pero con la destrucción de Jerusalén, en el 586 a. C., la sociedad será definitivamente dividida entre los deportados, normalmente pertenecientes a clases sociales influyentes, y los que se quedaron, en principio extranjeros deportados de otras zonas y judíos de clase social baja.

La catástrofe hay que cifrarla más que en números concretos, en la situación social y económica del país. Los deportados fueron dirigentes, y los que ahora gobiernan el país, los que se quedaron lo hacen desde la precariedad de los derrotados por la guerra, hambre, violencia y asesinatos.

Los babilonios crearon una nobleza judía nueva, repartieron las tierras confiscadas. Posiblemente mucha población huyó, otra más delatora y acorde con el nuevo estado de cosas se adaptó. El Templo fue destruido, y la tierra ocupada.

Dos elementos de las promesas de Yahvé no eran cumplidas, Dios no había salido a socorrer a su pueblo, los profetas lo advirtieron, por lo que se inicia una reflexión sobre la fidelidad del pueblo al Señor.

Los deportados tuvieron una situación diversa. En tierra extranjera, fueron tratados bien, gozaban de bastante libertad, eran cautivos pero cultivaban la tierra, se asentaron en territorios fértiles y construyeron sus casas. Incluso parece que algunos llegaron a tener bienes con cierta abundancia.

Culturalmente hubo cambios significativos, la lengua hebrea desapareció en favor del arameo, que era la lengua de Babilonia. Hubo otros muchos cambios menores que hicieron que la mayor parte no volviera y se adaptara a su nueva situación. De ahí el empeño de los sacerdotes y profetas exiliados de mantener el deseo de volver. Las circunstancias políticas lo impedían, pero el deseo de regresar podía enfriase con los años y la abundancia de Babilonia.

Parece que en el exilio se tomaron algunas decisiones importantes para la fe judía: se siguieron circuncidando, respetaron el sábado, y mantuvieron las prescripciones alimenticias de la Ley. Recordemos que los deportados del Norte no volvieron, no supieron mantener su identidad cultural. El reino de Judá en el exilio si supo sostener sus raíces culturales y religiosas como pudo, por lo que cuando les permitieron regresar, lo hicieron. Gracias en parte a los profetas, que mantuvieron la llama de la fe.

El discurso de los profetas de este período era asimilar, ante la catástrofe, Dios no abandona, hemos sido nosotros los que hemos abandonado a Yahvé. La tradición religiosa mira ahora a la esperanza de la restauración, los discursos son menos de condena y más de esperanza, esto durará hasta el fin del exilio que llegará cincuenta años más tarde, en el 538 a. C.

El libro de Ezequiel

Este profeta recibió la vocación en el 592 a. C. predicando hasta el 571 a. C., sería un profeta del destierro que estuvo en Babilonia con los primeros deportados. Hoy, sin embargo, viendo que los oráculos primeros se dirigen a Jerusalén y Judá, han surgido dudas sobre esta opinión, quizás estuviera en Jerusalén ejerciendo su ministerio, o en dos sitios, porque casi no dice nada de los deportados. En todo caso, Ezequiel es un hombre complejo, sabemos algunas cosas de él, pero de nuevo estamos limitados por la carencia de fuentes. Parece que era hijo de sacerdote judío, por eso menciona entre las faltas más graves las profanaciones al templo, al sábado o al culto. Está muy cerca del código sacerdotal. Es un profeta que muestra numerosas visiones y éxtasis, con gran número de acciones simbólicas y gestos. Es quizás el más significativo en este aspecto. Muestra también una fuerte conciencia de su responsabilidad como profeta, él está para avisar del peligro, hay una posibilidad de convertirse.

El contenido de su mensaje dependerá del contexto histórico en el que se mueve el profeta. Hay una serie de oráculos y visiones previas a la destrucción de Jerusalén, aquí el profeta Ezequiel mantiene la misma postura que Jeremías, la deportación puede ir para largo. Hay que volver a mirar al pasado, es necesario recordar la historia interpretándola desde la catástrofe que se avecina. Después de la destrucción de Jerusalén, la predicación del profeta se centra en ataques contra las naciones extranjeras, predica a los desterrados y ya habla de la responsabilidad personal, la conversión es necesaria para volver. Se le considera, por esta razón, como el autor padre del judaísmo más ritual y cultual, cercano a la santidad legal.

La estructura del libro podemos dividirla en cinco amplias partes.

  • Se inicia con una introducción en la que aparecen dos visiones importantes, la del carro y la del libro, en el capítulo 3 se menciona la vocación de Ezequiel, él se considera a si mismo como centinela.
  • En la segunda parte aparece la situación antes del asedio de Jerusalén, el pecado es el centro de la visión, apareciendo gestos, visiones, narraciones y alegorías. Es una reflexión histórica sobre Israel y Judá.
  • La tercera parte contiene una serie de oráculos contra las naciones extranjeras. Se incluye un mayor desarrollo respecto a los oráculos contra Tiro y contra Egipto.
  • La cuarta parte narra la situación durante y después del asedio de Jerusalén.
  • La quinta parte de libro de Ezequiel, contiene lo que se ha venido en llamar la “torá” de Ezequiel. Es un plan detallado sobre la reconstrucción religiosa de Israel. Son visiones sobre la reconstrucción del Templo y de la vida religiosa.

El libro de II Isaías

Este profeta lo encontramos en los capítulos 40 al 55 del libro de Isaías. Al profeta que se esconde en el II Isaías lo localizamos predicando unos años antes de la caída de Babilonia. Babilonia fue conquistada por Ciro que permitió el regreso a los judíos, por eso, para este profeta, Ciro es una especie de elegido de Dios para indirectamente liberar a los desterrados. Del autor no sabemos nada más, se encuentra contenido en todo Isaías, por lo que no hay ningún dato que hable de su singularidad. Sabemos de su destierro por los oráculos y textos del libro, pero nada se cuenta de su persona. Es un profeta anónimo de la escuela de Isaías, distinto a él, pero igual de genial.

El mensaje del libro es esencialmente de anuncio de la salvación. Se anuncia la buena noticia del final del destierro. El Señor ha rescatado y redime a su pueblo. Para aceptar esa liberación es necesario tener una actitud de oposición respecto a todo lo que significó Babilonia, especialmente lo relativo a la comodidad del pueblo asentado en aquella tierra. Junto con la idea de salvación está también la de creación, que este autor repite constantemente. Si Dios nos salva es porque nos creó, no nos abandona porque somos suyos.

La idea de Dios en el centro del acontecimiento salvífico es otro elemento teológico importante del II Isaías. Dios libera a su pueblo, a través de Ciro, para gloria de Dios. El protagonista no es Ciro, es Dios que actúa en la historia de forma indirecta. Esta idea se relaciona también con la de un universalismo, la salvación se extenderá a todos los pueblos y a todos los hombres. Israel será testigo de esa restauración, todos los pueblos se dirigirán a Sión, se convertirán a Yahvé.

El libro podemos dividirlo en dos bloques.

  • El primer bloque narra la liberación de Israel, la destrucción de Babilonia, y presenta a Ciro ayudando a un nuevo éxodo.
  • EL segundo bloque se basa en varios oráculos sobre Jerusalén, Sión y su restauración.

Este libro del Deuteroisaías, fue muy apreciado en el cristianismo primitivo, porque contenía los llamados “cánticos del siervo de Yahvé”, son cuatro cánticos en los que aparece un hombre que sufre para salvar a Israel. La iglesia ha identificado siempre con Jesucristo, dado los rasgos semejantes que presenta con el Misterio de la Pasión. Estos poemas están fuera de contexto, no acaban de venir a cuento en el relato de Isaías, por lo que se discutió su autoría y su independencia, como relato separado. El primer poema presenta al siervo, el segundo acepta la misión, el tercero es una confesión personal del profeta y el cuatro es la pasión y exaltación del siervo. No pueden desconocerse, y brillan por la singular carga emocional que presentan.

El libro de Abdías

De este profeta también desconocemos casi todo. Es un librito muy corto, el profeta más corto de todos. Su contenido es de condena a Edom. Edom era un pueblo situado en el sudeste, rico por la actividad minera y posicionado estratégicamente en la ruta comercial del sur. Como vecino que era de Judá, las relaciones siempre fueron malas, con enfrentamientos y odio. Edom se alió con Babilonia para atacar a Judá. De ahí el odio que tiene este profeta hacia Edom.

El mensaje del profeta es de rencor y odio contra los edomitas y contra Edom. Es la ley de Talión, por haber atacado a Judá será destruida en el día de Yahvé. Es un libro que nos puede llegar a molestar mucho porque está lleno de violencia verbal, Abdías carece de perdón.

En el contenido del libro podemos diferenciar dos oráculos principales seguido de una prosa añadida al final. Son oráculos contra Edom y contra las naciones, castigo que además ejecuta Israel. Por otra parte, hay que señalar que estamos ante un texto casi idéntico a Jeremías y los ataques que hace a Edom. De ahí la discusión sobre su origen.

Deja una respuesta