Cuando aparecen los problemas, los sufrimientos y las miserias, los hombres se acuerdan de Dios, empiezan a ensalzarlo y suspiran por Él.
Hay muchos que trabajan desde el amanecer hasta el ocaso bajo la luz del sol…¡sin levantar jamás la mirada para contemplarlo, sin tan siquiera sentirlo, sin pensar alguna vez en él!
Hay muchos que se pasan la vida bajo la luz, la fuerza y el auxilio de Dios… ¡sin contemplarlo jamás, sin pensar al menos una vez en Él!
Y el sol calla y no se enfada, sino que sigue iluminándolos sin cesar. Lo mismo hace Dios: calla, nunca se enfada y sigue ayudando a los hombres.
Sin embargo, cuando oscurece, cuando aparece la niebla o cuando amenazan las heladas, los hombres se acuerdan del sol, lo buscan desesperadamente con su mirada, lo ensalzan, suspiran por él…
De igual forma, cuando aparecen los problemas, los sufrimientos y las miserias, los hombres se acuerdan de Dios, empiezan a ensalzarlo y suspiran por Él.
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